Un blog que se titula lovely-siena es un problema. Y me pregunto si no será un poco desafortunado llamarlo así. Al fin y al cabo, y sobre todo teniendo en cuenta mis saldos con esta ciudad, si las cuatro paredes de esta habitación cibernética están pintadas de blanco pixelado con cenefa azul oscura, el techo es un graffiti lovely, las baldosas son la Piazza del Campo y las ovejas balan en times new roman. O sea, que escribir no es ponerse y tira millas a lo tonto, sino un acto ritual en el que intentamos para mayor o menor fortuna literaria deshacernos de ciertos vicios y aferrarnos a otros. Las cien brújulas del que escribe son macizas e inflexibles como donetes. Y por debajo, a través del agujero accidental del donete, lento, venoso, denso, supurando, fluye el rumor de lo misterioso e inescribible.
Pero eso un problema, ya lo dije; yo querría que escribir fuese como zurcir un calcetín, para así poder darle la vuelta, y que el misterio apareciese en la cara expuesta. Para ello quisiera escribir gratis, en el centro, sin paredes, ni adoquines, ni graffitis. Quisiera que mi cabeza fuese capaz de verle el esqueleto al mundo, y que mis dedos no interfiriesen más de la cuenta. Habiendo alcanzado esa comprensión de lo que escribo, no me importaría colgarle vicios en el costillar. Y ese es, ese colgarle vicios a un mundo trazado con un tiralíneas, el arte de escribir bien, bonito y útil. Y no hay tiralíneas más infalible que tener una historia que contar. Por eso lo voy a intentar, esta vez, desde el principio.
También me preocupa lo abstruso, lo falto de huesos, y sobre todo, lo desquiciado. Creo en la moral y en la luz del día; me ayuda a no perder el equilibrio, y si he de renunciar a alguna de ellas en aras de una escritura más fluida y llenablogs, me marcharé.
Por otra parte, el mundo es mitad broma, mitad no desayudar a los demás. Así que, ciñéndome a la primera mitad de esta premisa, diré que Siena es la ciudad que más me ha visto teclear. Al fin y al cabo sigo soñando con ella una vez al mes.
Por lo menos.
Ahora resulta, con el mac de las narices, que no sé guardar una foto de internet en el disco duro, y por lo tanto no puedo utilizarla para esta entrada. Qué le vamos a hacer, el precio de lo fashion.
lovely-siena
lunes, 8 de agosto de 2011
domingo, 7 de agosto de 2011
de blogs
Ni hao:
He tenido ya varios blogs, y fui clausurándolos todos. Salvo pérdidas de contraseña, fue una forma de pasar página -de pasar blog-. El caso es que llevaba más de un año sin teclear, y ya me iba apeteciendo. Salvo que esta vez voy a hacer las cosas de otra manera. Hay muchos tipos de blog, algunos útiles e interesantes, otros terapéuticos y un poco grimosos. Los míos eran siempre del segundo tipo, y a pesar de que me reportaron muchos momentos gratos y motivos de orgullo, eran un poco coñazo. No sé, uno corre el riesgo de coger una esquizofrenia severa y acabar hundido hasta las cejas en el universo enrevesado en el que publica. En cierto modo, la idea de crear un espacio con sus propias normas internas, de construir la propia mitología bloguera y ser el guardián de los secretos es seductora. Así que uno acaba escribiendo cosas incomprensibles, quizás con la esperanza de ser amado por alguien al otro lado del teclado, deseoso de compartir parajes mitológicos y espantar hartazgos con minotauros, soltando pistas cuyo hilo, al final, nadie sigue.
Todo eso está bien para un rato, a cierta edad; es un juego intelectual muy productivo a nivel lingüistico, a nivel de chistes internos. Te sirve para hacer teclas.
Pero ya no quiero de eso: esta vez voy a escribir un blog bonito, valiente y luminoso. Como aquellos que tienen un blog sobre bicicletas, o sobre horticultura. Blogs construidos con piedra y mortero, en vez de a trompicones, espasmos y neblinidades.
Ya veremos de qué manera soy capaz. No tengo miedo, sólo un puntico de pereza.
Hasta pronto.
He tenido ya varios blogs, y fui clausurándolos todos. Salvo pérdidas de contraseña, fue una forma de pasar página -de pasar blog-. El caso es que llevaba más de un año sin teclear, y ya me iba apeteciendo. Salvo que esta vez voy a hacer las cosas de otra manera. Hay muchos tipos de blog, algunos útiles e interesantes, otros terapéuticos y un poco grimosos. Los míos eran siempre del segundo tipo, y a pesar de que me reportaron muchos momentos gratos y motivos de orgullo, eran un poco coñazo. No sé, uno corre el riesgo de coger una esquizofrenia severa y acabar hundido hasta las cejas en el universo enrevesado en el que publica. En cierto modo, la idea de crear un espacio con sus propias normas internas, de construir la propia mitología bloguera y ser el guardián de los secretos es seductora. Así que uno acaba escribiendo cosas incomprensibles, quizás con la esperanza de ser amado por alguien al otro lado del teclado, deseoso de compartir parajes mitológicos y espantar hartazgos con minotauros, soltando pistas cuyo hilo, al final, nadie sigue.
Todo eso está bien para un rato, a cierta edad; es un juego intelectual muy productivo a nivel lingüistico, a nivel de chistes internos. Te sirve para hacer teclas.
Pero ya no quiero de eso: esta vez voy a escribir un blog bonito, valiente y luminoso. Como aquellos que tienen un blog sobre bicicletas, o sobre horticultura. Blogs construidos con piedra y mortero, en vez de a trompicones, espasmos y neblinidades.
Ya veremos de qué manera soy capaz. No tengo miedo, sólo un puntico de pereza.
Hasta pronto.
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